BUENO MI GENTE, HAY LES VA
Permite me presento, mi nombre, o así me llamaban en aquellos tiempos, es Don Juan Miguel Alcano de la Cruz, o solo Alcano, como mas tarde me llamara mi Sire.
Nací en el año 690, de la era de nuestro Señor. Hijo único de Don Ignacio Alcano, hombre gallardo y valiente, y de la Señora Doña Inés LaFonte, gran dama y señora. Toda mi vida viví en una pequeña fortaleza, sobre las montañas, al norte de lo que hoy se conoce como España, en la península ibérica.
En mi época de caminante diurno, o lo poco que recuerdo de ella, vivíamos en una constante lucha contra los malditos moros, gente que esta fuera de la gracia de Nuestro Señor, aun más que nosotros, pese a nuestra supuesta maldición.
Desde joven, a la edad de 14 años, tuve mi primer encuentro con esos infieles; fue más que una batalla, una escaramuza. En épocas posteriores, la lucha fue más intensa, debido a la constante incursión de los moros al Norte, a las montañas, que era la única Zona de la península, que no estaba bajo el yugo de esos malditos.
Mi historia comienza una noche de invierno; el frió era aterrador y a mis 22 años ya estaba al frente de un grupo cristiano de resistencia, éramos pocos, pero muy efectivos; teníamos que atacar un grupo de moros apostados en un valle, cerca de una fortaleza cristiana; la operación debía ser fácil, pues no era la primera vez que hacíamos algo parecido; pero para mi sorpresa y la de mis compañeros, no nos encontramos con un grupo de moros durmiendo, nos encontramos con exploradores de el califato de Al –Andalus, despiertos y en pie de lucha. Lo sucedido fue, sin mas palabras como describirla, una masacre, los soldados de punta, expertos en sus artes de guerra, acabaron rápido con nuestros hombres, que mas que hombres, eran solo niños. Logre escapar, abriéndome paso con la espada, no se cuantos logre matar, tal vez no logre matar a ninguno; corrí como nunca en la vida lo había e hecho, y como nunca mas lo tuve que volver a hacer. Llegue a un extremo del pequeño valle, donde empiezan las montañas, subí a toda prisa, por una pendiente, pues mis años en las montañas me habían hecho bueno es estos menesteres.
Tal vez te confunda el modo en que hablo, me ha costado mucho aprender los nuevos vocablos, y aun me resigno a creer la muerte del latín. En mis años oscuros, en los que solo camine a la luz de la luna (como aun lastimosamente lo hago), mi único pasatiempo era la lectura, cuando no estaba a la caza de musulmanes, o persiguiendo otros como yo, que estaban a su servicio, me introducía en los miles de libros que pertenecían a la biblioteca de mi Sire.
Bueno, creo que estoy perdiendo el rumbo de mi presentación.
Como decía, luego de la masacre en el valle, yo, y un puñado de jóvenes, luchamos, o mejor, resistimos todo lo posible, la persecución de estos infieles; parecía que seria el final de nuestras intranquilas vidas, solo quedábamos dos; el buen Alejandro de la Concepción, y yo. Nos retiramos a las cavernas, en la parte oriental de las montañas, con la esperanza de encontrar al grupo de Pelayo, que como nosotros, hacia frente a estos infieles, con la firme concepción de expulsarlos de nuestras tierras y mandarlos al lejano sur, mas allá del mar y nunca mas verlos regresar.
Para sorpresa nuestra, no encontramos la gente de Pelayo; yo encontré la vida eterna, Alejandro, una muerte un poco, innecesaria.
No quiere entrar en detalles, además mi Sire nunca me dijo el por que de esa elección.
Pase de luchar en una guerra, a otra, aun más sanguinaria; mi Sire y sus aliados defendían sus terrenos, y también anhelaban la expulsión de esos infieles, y cosa que en esos momentos no conocía, eran las criaturas, que estos malditos utilizaban contra nosotros.
La venda fue quitada y al fin pude ver la magnitud de esta lucha, desde ese momento mi vida, perdón, mi no vida, muy a pesar mío, fue dedicada completamente al exterminio de infieles y sus malditos aliados. Muchas veces estuve al borde de la eliminación a manos de mis enemigos, otras, aunque parezca extraño, en las de los de mi propia clase, esto me enseño a no confiar en nada, salvo en mi espada.
Como todos saben en el año 711 de la era de nuestro Señor, los musulmanes ocupan casi toda España. Sólo la región montañosa del Norte quedó en manos de los españoles. Desde allí los reinos cristianos se lanzaron a reconquistar su territorio. A partir del triunfo de Covadonga en el año 718 se iniciará un lento pero persistente avance hacia el sur.
Durante casi ocho siglos, estuve al servicio de mi Sire, y al mismo tiempo, cumpliendo con el propósito que había hecho cuando podía ver la luz del sol, exterminar todos los moros de nuestras tierras Cristianas y arrojarlos al mar.
Fueron demasiados años de constante lucha; a veces lográbamos avanzar, otras, ellos y sus hordas de asesinos silenciosos, muy efectivos en el arte de matar, nos hacían regresar a nuestras ciudades.
Siempre fue así, aunque generalmente nosotros lográbamos avanzar mas de lo que ellos eran capaces de hacernos retroceder; y de este modo, tomábamos fortaleza tras fortaleza, hasta poder llegar a poner sitio a una de sus ciudades.
Muchas personas, la gran mayoría, no tenia idea de nuestra existencia, para otros éramos criaturas enviadas por Dios para la eliminación de los infieles; a pesar que no participábamos en las grandes batallas que aparecen en los libros de historia, todos los días, cuando el sol caía, empezaba la nuestra. De nosotros dependía evitar el extermino de las tropas mientras dormía, por parte de los asesinos silenciosos, y tomar fortalezas que sin nuestra ayuda, les seria imposibles eliminar. Además, era nuestro deber acabar con los grupos de exploración, y las tropas acampadas cerca de nuestros refugios, que para nuestra satisfacción, cada vez eran mas al sur.
Con el transcurrir del tiempo y las luchas, surgieron los reinos de Asturias, Leon, Navarra, Portugal, Castilla y Aragón; y otros pueblos que ya no existen, cada vez era mas inminente nuestro triunfo total, hasta que finalmente, en 1492, en tiempos de los reyes católicos, la toma de Granada, último bastión musulmán, pondría fin a la eterna lucha, que había empezado tanto tiempo atrás.
Ahora que mi única razón de existir se había acabado, y mi utilidad, era, para mí mas profundo pesar, un poco innecesaria; todas las viejas deudas serian saldadas. Primero se me despojo de todas mis tierras, quedando solo para mí las que había obtenido de mis padres hace tanto tiempo en las montañas, además, algo que no había pensado que podría ocurrir; al no ser útil, y ser visto, mas como una amenaza, que como un aliado; El exterminio total a manos de los Magos Oscuros.
Me recluyeron, en mi antigua fortaleza con el fin de eliminarme; y no estando tranquilos con esto, y pensando, en que tal vez, los moros podían abordar las costas nuevamente, idearon una manera fácil y sencilla de mantenerme alejado de sus actividades, y ponerme a eliminar musulmanes si estos regresaban.
La cosa fue muy sencilla, yo estaba abrumado por las constantes luchas, y habiendo cumplido mi meta, me quería retirar, mas no dejar de existir, y en el año de 1498, me encerré en mi fortaleza, bajo la custodia de cuatro neonato.
Pero aun así salía cuando quería, grave error, por esta y otras razones, y otra que no vienen al caso los Señores pusieron a ejecutar su plan original, me encerraron el una cripta dentro de la fortaleza, en una especie de sarcófago de mármol, encerraron mi cuerpo, y pusieron un sello sobre el sarcófago, el cual no permitiría que este se abriera, solo se abriría si se cumplía lo que rezaba en su inscripción: “El día en que a manos de los moros, mas de CLXXX hijos de estas tierras fueran eliminados en la capital del reino”.
Sorpresa, el 11 de marzo de 2004 este sello se rompió, y al fin puedo caminar de nuevo, lo que he vivido desde ese día hasta hoy, es otra historia, mas tarde tendremos tiempo para contarla.
Montería, Córdoba, Colombia, Suramérica 28 de Agosto de 2006
Nací en el año 690, de la era de nuestro Señor. Hijo único de Don Ignacio Alcano, hombre gallardo y valiente, y de la Señora Doña Inés LaFonte, gran dama y señora. Toda mi vida viví en una pequeña fortaleza, sobre las montañas, al norte de lo que hoy se conoce como España, en la península ibérica.
En mi época de caminante diurno, o lo poco que recuerdo de ella, vivíamos en una constante lucha contra los malditos moros, gente que esta fuera de la gracia de Nuestro Señor, aun más que nosotros, pese a nuestra supuesta maldición.
Desde joven, a la edad de 14 años, tuve mi primer encuentro con esos infieles; fue más que una batalla, una escaramuza. En épocas posteriores, la lucha fue más intensa, debido a la constante incursión de los moros al Norte, a las montañas, que era la única Zona de la península, que no estaba bajo el yugo de esos malditos.
Mi historia comienza una noche de invierno; el frió era aterrador y a mis 22 años ya estaba al frente de un grupo cristiano de resistencia, éramos pocos, pero muy efectivos; teníamos que atacar un grupo de moros apostados en un valle, cerca de una fortaleza cristiana; la operación debía ser fácil, pues no era la primera vez que hacíamos algo parecido; pero para mi sorpresa y la de mis compañeros, no nos encontramos con un grupo de moros durmiendo, nos encontramos con exploradores de el califato de Al –Andalus, despiertos y en pie de lucha. Lo sucedido fue, sin mas palabras como describirla, una masacre, los soldados de punta, expertos en sus artes de guerra, acabaron rápido con nuestros hombres, que mas que hombres, eran solo niños. Logre escapar, abriéndome paso con la espada, no se cuantos logre matar, tal vez no logre matar a ninguno; corrí como nunca en la vida lo había e hecho, y como nunca mas lo tuve que volver a hacer. Llegue a un extremo del pequeño valle, donde empiezan las montañas, subí a toda prisa, por una pendiente, pues mis años en las montañas me habían hecho bueno es estos menesteres.
Tal vez te confunda el modo en que hablo, me ha costado mucho aprender los nuevos vocablos, y aun me resigno a creer la muerte del latín. En mis años oscuros, en los que solo camine a la luz de la luna (como aun lastimosamente lo hago), mi único pasatiempo era la lectura, cuando no estaba a la caza de musulmanes, o persiguiendo otros como yo, que estaban a su servicio, me introducía en los miles de libros que pertenecían a la biblioteca de mi Sire.
Bueno, creo que estoy perdiendo el rumbo de mi presentación.
Como decía, luego de la masacre en el valle, yo, y un puñado de jóvenes, luchamos, o mejor, resistimos todo lo posible, la persecución de estos infieles; parecía que seria el final de nuestras intranquilas vidas, solo quedábamos dos; el buen Alejandro de la Concepción, y yo. Nos retiramos a las cavernas, en la parte oriental de las montañas, con la esperanza de encontrar al grupo de Pelayo, que como nosotros, hacia frente a estos infieles, con la firme concepción de expulsarlos de nuestras tierras y mandarlos al lejano sur, mas allá del mar y nunca mas verlos regresar.
Para sorpresa nuestra, no encontramos la gente de Pelayo; yo encontré la vida eterna, Alejandro, una muerte un poco, innecesaria.
No quiere entrar en detalles, además mi Sire nunca me dijo el por que de esa elección.
Pase de luchar en una guerra, a otra, aun más sanguinaria; mi Sire y sus aliados defendían sus terrenos, y también anhelaban la expulsión de esos infieles, y cosa que en esos momentos no conocía, eran las criaturas, que estos malditos utilizaban contra nosotros.
La venda fue quitada y al fin pude ver la magnitud de esta lucha, desde ese momento mi vida, perdón, mi no vida, muy a pesar mío, fue dedicada completamente al exterminio de infieles y sus malditos aliados. Muchas veces estuve al borde de la eliminación a manos de mis enemigos, otras, aunque parezca extraño, en las de los de mi propia clase, esto me enseño a no confiar en nada, salvo en mi espada.
Como todos saben en el año 711 de la era de nuestro Señor, los musulmanes ocupan casi toda España. Sólo la región montañosa del Norte quedó en manos de los españoles. Desde allí los reinos cristianos se lanzaron a reconquistar su territorio. A partir del triunfo de Covadonga en el año 718 se iniciará un lento pero persistente avance hacia el sur.
Durante casi ocho siglos, estuve al servicio de mi Sire, y al mismo tiempo, cumpliendo con el propósito que había hecho cuando podía ver la luz del sol, exterminar todos los moros de nuestras tierras Cristianas y arrojarlos al mar.
Fueron demasiados años de constante lucha; a veces lográbamos avanzar, otras, ellos y sus hordas de asesinos silenciosos, muy efectivos en el arte de matar, nos hacían regresar a nuestras ciudades.
Siempre fue así, aunque generalmente nosotros lográbamos avanzar mas de lo que ellos eran capaces de hacernos retroceder; y de este modo, tomábamos fortaleza tras fortaleza, hasta poder llegar a poner sitio a una de sus ciudades.
Muchas personas, la gran mayoría, no tenia idea de nuestra existencia, para otros éramos criaturas enviadas por Dios para la eliminación de los infieles; a pesar que no participábamos en las grandes batallas que aparecen en los libros de historia, todos los días, cuando el sol caía, empezaba la nuestra. De nosotros dependía evitar el extermino de las tropas mientras dormía, por parte de los asesinos silenciosos, y tomar fortalezas que sin nuestra ayuda, les seria imposibles eliminar. Además, era nuestro deber acabar con los grupos de exploración, y las tropas acampadas cerca de nuestros refugios, que para nuestra satisfacción, cada vez eran mas al sur.
Con el transcurrir del tiempo y las luchas, surgieron los reinos de Asturias, Leon, Navarra, Portugal, Castilla y Aragón; y otros pueblos que ya no existen, cada vez era mas inminente nuestro triunfo total, hasta que finalmente, en 1492, en tiempos de los reyes católicos, la toma de Granada, último bastión musulmán, pondría fin a la eterna lucha, que había empezado tanto tiempo atrás.
Ahora que mi única razón de existir se había acabado, y mi utilidad, era, para mí mas profundo pesar, un poco innecesaria; todas las viejas deudas serian saldadas. Primero se me despojo de todas mis tierras, quedando solo para mí las que había obtenido de mis padres hace tanto tiempo en las montañas, además, algo que no había pensado que podría ocurrir; al no ser útil, y ser visto, mas como una amenaza, que como un aliado; El exterminio total a manos de los Magos Oscuros.
Me recluyeron, en mi antigua fortaleza con el fin de eliminarme; y no estando tranquilos con esto, y pensando, en que tal vez, los moros podían abordar las costas nuevamente, idearon una manera fácil y sencilla de mantenerme alejado de sus actividades, y ponerme a eliminar musulmanes si estos regresaban.
La cosa fue muy sencilla, yo estaba abrumado por las constantes luchas, y habiendo cumplido mi meta, me quería retirar, mas no dejar de existir, y en el año de 1498, me encerré en mi fortaleza, bajo la custodia de cuatro neonato.
Pero aun así salía cuando quería, grave error, por esta y otras razones, y otra que no vienen al caso los Señores pusieron a ejecutar su plan original, me encerraron el una cripta dentro de la fortaleza, en una especie de sarcófago de mármol, encerraron mi cuerpo, y pusieron un sello sobre el sarcófago, el cual no permitiría que este se abriera, solo se abriría si se cumplía lo que rezaba en su inscripción: “El día en que a manos de los moros, mas de CLXXX hijos de estas tierras fueran eliminados en la capital del reino”.
Sorpresa, el 11 de marzo de 2004 este sello se rompió, y al fin puedo caminar de nuevo, lo que he vivido desde ese día hasta hoy, es otra historia, mas tarde tendremos tiempo para contarla.
Montería, Córdoba, Colombia, Suramérica 28 de Agosto de 2006
6 comments:
La idea que me das es de el cruzado mas belico que pudo haber existido...
jejeje, viniendo de ti ^^...
Jajajajajjajaj...
No lo pongas en duda, pero al man tambien le gusta el arte, no solo es pelea.
COMO CARAXOS LLEGAS A MONTERIA??????
Eso, joven padawan, sera explicado a su debido momento.
jejejeje.. yo estoy en este mismo instante en camino a España, pero te aclaro, solo voy a buscar una cuadro para una exposición de arte que voy a hacer....
ahhh y muy bacana la historia, fui la primera en leerla y la última en comentarla....
jajajajajaj
Gracias.....
esa eres tu. nada que hacer....
tu tranquies, yo quinto elemento.hay vemos como hacemos para el viaje.
Suerte y buena mar.
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